Sobre libertad y límites a ella necesarios para asegurar que sea una libertad verdadera
¿El ser libre quiere decir que uno puede hacer lo que elija sin restricción alguna? La respuesta rápida podría ser un simple “sí, claro, el hacer lo que uno quiera es ejercer su libertad”. Sin embargo, en un siguiente momento la pregunta que nace es, ¿qué sucede cuando nuestra elección de acción entra en conflicto con la elección de acción de otra persona? Por ejemplo, ¿debería ser libre de transitar por donde uno quiera a pesar que ello restrinja la libertad de tránsito de otra persona? Claramente no. Esa es la razón de existir de las reglas de tránsito; uno debe detenerse ante una luz roja del semáforo, restringiendo brevemente su libertad de tránsito, justamente con el fin de desplazarnos en un sistema en el cual mi ejercicio de libre tránsito no afecte el ejercicio de libertad de tránsito de otra persona.
Es claro, entonces, que la libertad absoluta no existe, puesto que de existir la libertad absoluta de un individuo, se restringe la libertad de otros individuos y por ende deja de existir una sociedad de libertad.
¿Qué tipo de libertad puede existir entonces si esta, como absoluta, deja de existir? Libertad relativa. Esta no está en función solamente de las elecciones que uno tome, sino que debe mirar al costado y sopesar si mediante ello se afecta la libertad de otro. En la medida que la acción de uno no infrinja sobre la libertad del otro, uno es verdaderamente libre de llevarla a cabo.